«Invitamos a los barceloneses a adornar los balcones de la ciudad sólo con
senyeras». La consigna fue dada por Convergència Democràtica de Catalunya, el partido
de Jordi Pujol, para convertir el recorrido de la antorcha olímpica en una manifestación de nacionalismo.
No solo se animaba a exhibir la enseña, sino también pancartas de
«Freedom for Catalonia» (libertad para Cataluña). El Gobierno de la
Generalitat auspició una campaña en la prensa internacional para
presentar a Barcelona como capital de Cataluña. También se editaron
publicaciones como «Tot sobre Catalunya», «Catalonia 92, an european
nation» para «educar» a los más de diez mil periodistas acreditados a
los Juegos. TV-3 y Catalunya Rádio se unieron a la campaña.
Pero la campaña fracasó estrepitosamente. Barcelona 92 se convirtió en el «Big Bang» de la Marca España, y los temidos desaires a los símbolos de España o abucheos al Rey no se produjeron o fueron silenciados rápidamente por la apoteosis de éxitos de nuestros deportistas. Don Juan Carlos fue testigo directo de muchos de ellos. Una de las imágenes más perdurables es la de Felipe VI, a la sazón Príncipe de Asturias, como abanderado del equipo español. O un Camp Nou abarrotado y lleno de banderas españolas cuando la selección de fútbol conquistó el oro frente a Polonia. Sobre el césped, formando parte de ese quipo, un exultante Pep Guardiola.
Pero la campaña fracasó estrepitosamente. Barcelona 92 se convirtió en el «Big Bang» de la Marca España, y los temidos desaires a los símbolos de España o abucheos al Rey no se produjeron o fueron silenciados rápidamente por la apoteosis de éxitos de nuestros deportistas. Don Juan Carlos fue testigo directo de muchos de ellos. Una de las imágenes más perdurables es la de Felipe VI, a la sazón Príncipe de Asturias, como abanderado del equipo español. O un Camp Nou abarrotado y lleno de banderas españolas cuando la selección de fútbol conquistó el oro frente a Polonia. Sobre el césped, formando parte de ese quipo, un exultante Pep Guardiola.
En aquella cita histórica que marcó a varias generaciones, Daniel Plaza
dio el primer oro de la historia al atletismo español al vencer en la
prueba de 20 kilómetros marcha. Pero hubo más héroes que días de
competición. Memorable fue la plata de Antonio Peñalver en decatlón. El oro femenino en hockey sobre hierba. Los de Almudena Muñoz y Miriam Blasco en judo. La victoria del equipo de tiro con arco. La de Martín López-Zubero en la piscina tras nadar 200 metros espalda. La de José Manuel Moreno
en la pista de ciclismo después de dejarse la vida en un kilómetro. Más
la cosecha de seis medallas (5 de oro) en un caladero siempre propicio,
la vela.
De repente, los deportistas españoles ganaban por tierra, mar y aire.
Especialmente dichosa fue la jornada del 8 de agosto, que nos regaló la imagen icónica de Fermín Cacho atacando en la última curva
y entrando en la meta para ganar una de las pruebas reina del
atletismo, los 1500 metros. Más el boxeo, el tenis, el waterpolo, la
gimnasia rítmica... Barcelona fue, en efecto, «capital» de España
durante aquel memorable verano.
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