La fecha en la que se fija la celebración de la Semana Santa depende del cálculo de una fórmula establecida por el emperador romano Constantino el Grande, en el primer Concilio de Nicea, en el año 325 d.C.
Cualquiera puede, en virtud de esa fórmula, conocer con anticipación la fecha de la Pascua
de cada año. En primer lugar, debemos hallar el equinoccio vernal o
primer día de primavera en un calendario que incluya las fases lunares.
Acto seguido, buscamos a que día le corresponde la primera luna llena
después de la entrada de la primavera (normalmente está indicada en una
esquina del calendario). La Semana Santa caerá justo el domingo
siguiente. De hecho, hay que tener en cuenta que el principal día de la Semana Santa para los cristianos es el Domingo de Resurrección.
El motivo del por qué tiene que ser el domingo siguiente de la primera luna llena de la primavera tiene su origen en la Pascua judía, que se celebraba el 14 de Nisán.
Con eso conmemoraban la salida de Egipto, que es lo mismo que hizo Jesucristo con sus doce apóstoles en la Última Cena. El calendario judío era lunar y el 14
de Nisán siempre era la primera luna llena después del equinoccio de
primavera.
De acuerdo con esta regla, la fecha más tardía posible para Semana
Santa sería el domingo 25 de abril (la próxima vez que caiga en esta
fecha será en el año 2038), mientras que la fecha más temprana sería el domingo 22 de marzo (la
próxima en el año 2285).
La mayoría de las veces, la Semana Santa cae durante
la primera semana de abril y el papa Francisco dejó caer hace tiempo que, tal y como pasa con la Navidad, la Semana Santa debería ser en una semana fija y que no tenga tanto baile de fechas. ¿Veremos en el futuro una Semana Santa con un calendario fijo? La respuesta, próximamente...
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