sábado, 2 de febrero de 2013

70 años de la batalla de Stalingrado

En plena 2ª Guerra Mundial, en el año 1942, la batalla de Stalingrado supuso el principio del fin de la Alemania nazi.

En ella, el Sexto Ejército alemán se desangró en una lucha estéril por unas ruinas, y finalmente fue sitiado y destruido por completo por sus enemigos soviéticos. A partir de aquel momento, el retroceso alemán fue contínuo, pues era incapaz de detener una avalancha rusa que llegó hasta el final, cuando ondeó la bandera de la U.R.S.S. en un Berlín completamente destruido, allá por el 1945.


A pesar de que los alemanes consiguieran destruir el año anterior una cantidad enorme de unidades del Ejército Rojo en rápidas y aplastantes victorias, gracias a la denominada Blitzkrieg (guerra relámpago), los nazis se confiaron en exceso a la hora de conquistar un territorio tan grande en Rusia que abarcaba desde las cercanías de Leningrado (San Petersburgo) y Moscú hasta Stalingrado (actual Volgogrado).

Los motivos de la derrota nazi se pueden resumir en los siguientes puntos:

Primero: Hitler cometió un tremendo a la par que decisivo error de cálculo a la hora de medir las fuerzas que le quedaban al Ejército Rojo ruso.

Segundo: El ejército nazi perdió una de sus principales ventajas sobre el ejército ruso, las cuales eran la rapidez de movimiento y maniobrabilidad en campo abierto que permitían las victorias de las Blitzkrieg. En su lugar, decidieron meterse en un lento y sangriento combate de desgaste en la ciudad.

Tercero: Los alemanes infravaloraron en exceso a sus enemigos rusos sobre la capacidad militar de éstos últimos, en parte provocado por los prejuicios racistas nazis sobre los esclavos y también provocado por las grandes victorias que habían conseguido sobre los rusos. Los nazis subestimaron la voluntad que tienen los rusos de aprender de sus errores.


Cuarto: Los errores que se fueron acumulando durante la denominada "Operación Barbarroja", que quedaban ensombrecidos gracias a los espectaculares avances y victorias. Éstos errores incluían, una logística mermada y deficiente que paulatinamente se iba agravando conforme avanzaba la contienda, los cambios de objetivos y de dirección por puro capricho de Hitler, y la excesiva cantidad de materiales que fueron necesarios para poder hacer avanzar los medios disponibles. La combinación de todo ésto dio como resultado que hubiera retrasos en el avance y que hubiera muchas dificultades para que llegaran los suministros a Moscú antes del primer invierno.

Quinto: La personalidad egocéntrica y maníaca de Hitler que, en lugar de aceptar y corregir sus errores, se empecinaba en ellos, y además, su permanente obsesión por tenerlo todo bajo control y querer intervenir en casi todas las decisiones, hicieron que acabara teniendo unas consecuencias desastrosas.


De todas formas, en el transcurso del año 1942, Alemania se encontró en una situación global que resultó ser insostenible y que empeoró rápidamente durante los siguientes años que duró la guerra. 

Enfrentados a los inmensos recursos humanos y materiales de la U.R.S.S., a los recursos del Imperio Británico, el mayor imperio de la época, y a la vasta capacidad tanto industrial como humana del ejército de los Estados Unidos, fueron demasiados, y Alemania acabó mordiendo mucho más que lo que podía tragar.

Mientras tanto, sus tropas morían luchando en Rusia ya que 8 de cada 10 bajas alemanas fueron en el frente ruso, los británicos y los americanos expulsaron a los nazis del continente africano y acabaron invadiendo Italia. Mientras tanto, la propia Alemania ardía, ciudad tras ciudad, en una gigantesca pira funeraria bajos los incesantes y masivos bombardeos del ejército aliado.

Cuando en 1944 se produjo el desembarco aliado en Normandía y comenzó la liberación de Francia gracias al avance de las tropas anglo-americanas sobre las alemanas, la fuerza de combate nazi ya se había consumido en el frente del este, retrasando el inevitable momento de la derrota final gracias a la entrada rusa en Alemania.

En números, las consecuencias de Stalingrado fueron de 1.100.000 bajas, casi la mitad mortales, para el ejército ruso, mientras que el ejército alemán perdió una cantidad cercana a los 500.000 hombres en el desastre.


La fuerza aérea alemana tampoco salió bien parada, ya que perdió, sólo en aviones de carga y transporte, unos 500 aparatos y a unos 1.000 pilotos experimentados. Eso si no contamos las bajas de los aviones de combate, las cuales fueron todavía más desastrosas. Respecto a las pérdidas materiales tanto en combustible, como en municiones y otros suministros fue casi devastadora ya que, en unas semanas, se gastaron, por ejemplo, 26 millones de cartuchos. La cantidad de material bélico perdido fue equivalente a varios meses de producción en el mejor de los casos.


Tras Stalingrado, el curso de la guerra cambió, con un ejército alemán en clara inferioridad numérica, tanto de hombres como de material y suministros, enfrentado ahora a tropas bien organizadas y equipadas. La constante resistencia de Hitler a reconocer la realidad de las limitaciones de sus cada vez más diezmadas unidades, y su política de defensa a ultranza sin ceder territorio, pese a saber que éstas podían estar rodeadas y ser aniquiladas, fue completamente devastador.

Pese a todo, los alemanes dieron su último gran golpe a la desesperada en la batalla de Kursk, la mayor batalla de carros blindados de la historia. A pesar de que estaba bien diseñada y que fue bien ejecutada por los nazis, los rusos se prepararon a conciencia para causar el mayor daño posible al ejército alemán, ya que los sovieticos conocían la operación y la escala que iba a tener gracias a su servicio de inteligencia. Al final de la reñida batalla, los rusos perdieron material y tropas que consiguieron reponer con relativa facilidad, mientras que los alemanes sufrieron pérdidas irreparables tanto en blindados como en veteranos de guerra.

Tras Kursk, Alemania perdió toda posibilidad de contraatacar, y el avance soviético sobre el Reich se hizo imparable. 


Ya en 1945, y una vez finalizada la guerra, Alemania perdió los territorios de Prusia oriental, y quedó dividida en dos por un muro en una república comunista controlada por Rusia en el este y una república federal capitalista ligada a los americanos e ingleses en el oeste. Zonas enfrentadas entre sí como unos simples peones más en la posterior "Guerra Fría" de las grandes súper-potencias, EE.UU. y la U.R.S.S.


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