sábado, 23 de diciembre de 2017

Unas cuantas curiosidades sobre la Navidad (III)

Seguimos con el pequeño especial sobre las curiosidades navideñas. Esta será la última entrega hasta el año que viene, que será cuando añada más curiosidades la mar de curiosas... Que disfrutéis de la lectura.




El origen de celebrar la Nochevieja bajo el reloj de la Puerta del Sol

Cada 31 de diciembre, miles de personas se concentran bajo el reloj de la Puerta del Sol de Madrid para despedir al viejo y dar la bienvenida al nuevo año. El simbolismo del lugar, al ser el kilómetro 0 de todas las carreteras radiales que parten desde la capital de España, sumado a la majestuosidad del edificio donde está enclavado el reloj, hizo que fuese el punto elegido por los madrileños de antaño para celebrar la llegada del nuevo año.
Desde que se colocó en 1866 el reloj en la torre de la Casa de Correos (actual sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid) muchas personas se dejaban caer por allí el último día del año y esperaban escuchar sonar las 12 campanadas que les anunciaba el cambio de dígito. Eran tiempos en los que no era habitual tener un reloj en los hogares y en el que las familias al completo iban a recibir el año nuevo frente al reloj y/o campanario que les pillaba más cerca. En los pueblos era típico reunirse en la plaza del ayuntamiento.

Tuvo una especial relevancia la celebración de Nochevieja de 1899, para aquella ocasión, muchos fueron los que se acercaron hasta la Puerta del Sol. Pero tal y como lo conocemos actualmente, con celebración, cotillón y fiesta a lo grande, nos viene importado desde Norteamérica, donde a partir de 1907 se impuso la moda de despedir multitudinariamente el año en la calle desde el famosísimo Times Square. Poco a poco el festejo popular y callejero se fue imponiendo en nuestro país.


La llegada de la radio a muchos hogares, a partir de mediados de la década de 1920, hizo que cada vez fuera menor la afluencia a las plazas y lugares públicos, pasando a celebrarse cada vez más en fiestas privadas en casas, restaurantes y hoteles, donde escuchaban la retransmisión radiofónica de las doce campanadas. En España ayudó a popularizar la Puerta del Sol como lugar de celebración el hecho de empezar a retransmitirse por Televisión Española, a partir de 1962, las campanadas de fin de año. A partir de entonces, cada año se ha retransmitido desde ese lugar, a excepción de una única vez en la Nochevieja de 1972, en que se realizó desde el reloj del Ayuntamiento de Barcelona, situado en la Plaça Sant Jaume (ver vídeo en la web de Tve).

La tradición de tomar 12 uvas en Nochevieja

Durante el último cuarto del siglo XIX, era costumbre entre la burguesía y la clase alta del país despedir el año con uvas y champán, tras una opípara cena compuesta, normalmente, de las mejores carnes de ave y los más suculentos mariscos. Para la población llana, el simbólico ritual de comer 12 uvas en la Nochevieja, era un sinónimo de buena suerte, pero no es hasta ya iniciado el siglo XX en el que se popularizó entre todas las clases sociales esta costumbre.


Ante un excedente de uva tras la vendimia del año 1909, un grupo de avispados cosecheros murcianos y alicantinos, haciendo uso de su habilidad e imaginación, animaron a la población a tomar las 12 uvas para emular la envidiable y sana costumbre de los más ricos. El plan les salió perfecto, ya que de ese modo pudieron librarse del excedente de la fruta y popularizar una costumbre que desde entonces lleva celebrándose año tras año.

Cabe destacar que en la Nochevieja de 1882 ocurrió un hecho, aislado y que nada tuvo que ver con el origen de la tradición, que fue la presencia de un grupo de ciudadanos que a modo de protesta contra el alcalde y para burlarse de la aristocracia madrileña comieron uvas frente a la Puerta del Sol (emulando a las clases pudientes), pero ese acto no originó la tradición de comer 12 uvas a nivel popular (todos los ciudadanos) la cual no se produjo hasta 1909, tal y como indico unos párrafos más arriba.

El lugar del planeta en el que se entra antes al nuevo año

La isla Kiritimati (en el archipiélago de Kiribati), que en castellano se traduciría como isla Navidad, se encuentra situada en el Océano Pacífico, al noreste de Australia y a 232 km. por encima del Ecuador. Es la isla más oriental del planeta y le corresponde el privilegio de tener el primer huso horario del planeta lo que la convierte en el primer lugar en recibir al Año Nuevo.

Kiritimati cuenta con una población de 5586 habitantes (según el censo de 2010), pero en Nochevieja la cifra puede llegar a duplicarse por la cantidad de viajeros que se desplazan hasta allí para vivir la experiencia de estar en el lugar del planeta en el que se celebra antes la entrada del nuevo año.


La diferencia horaria con España es de 13 horas, por lo que cuando nosotros nos estamos tomando las uvas, ellos ya están con la comida de Año Nuevo. Desde el 2011, el privilegio de ser los primeros en recibir el año está compartido con las islas de Samoa y Tokelau, ambas en el océano Pacífico. Hasta ese año estaban en el último huso horario, pero sus respectivos gobiernos decidieron adelantar su hora lo que les hizo pasar de día.

El archipiélago al que pertenece la Isla Kiritimati fue utilizado en las décadas de los años 50 y 60 para realizar pruebas con bombas nucleares por parte del gobierno británico y estadounidense.
 
La razón por la que Reyes Magos ofrecieron a Jesús ‘oro, incienso y mirra’

Como bien sabréis, los descritos como los ‘Reyes Magos de Oriente’ son  Melchor, procedente de Europa, un hombre anciano de pelo y barbas blancas, Gaspar, el más joven de los tres, de pelo rubio y proveniente de Asia y Baltasar (de mediana edad, origen africano y piel negra).



Según relata el Evangelio de Mateo (2:11), los presentes que ofrecieron, los nombrados como ‘sabios’, al llegar frente al Mesías Jesús fueron tres cofres que contenían ‘oro, incienso y mirra’.

Es habitual creer que el orden de los regalos sea el mismo que con el que nombramos normalmente a Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, pues muchas son las personas que creen que fue Melchor quien entregó el oro, pero en realidad (o como se indica en algunos escritos) fue Baltasar quien lo agasajó con el metal precioso.

El porqué de cada regalo también tiene su explicación:
  • Baltasar entregó el preciado oro a Jesús ya que éste era considerado el ‘Rey de Reyes’ y ese presente era el que estaba destinado para los monarcas y altos dignatarios.
  • Gaspar obsequió al Mesías con incienso, pues se trataba del hijo de Dios y a las divinidades se les rendía culto en los altares quemando incienso.
  • Melchor ofreció la mirra por que Jesús era hombre y como tal moriría joven, siendo necesaria esa resina para que su madre (María) pudiese ungir el cuerpo sin vida cuando llegase el momento del deceso.

¿Sabías que las reliquias de los Reyes Magos se encuentran en la Catedral de Colonia?

El hecho de que los restos de los Reyes Magos se encuentren en la Catedral de Colonia se debe a la conquista del norte de Italia, durante la segunda mitad del siglo XII, llevada a cabo por Federico I de Hohenstaufen, más conocido como Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien expolió la ciudad de Milán, llevándose consigo todo aquello que consideró que tenía un gran valor.

Entre lo que se apropió se encontraban las reliquias de los Reyes Magos, las cuales habían llegado a Milán en el siglo IV llevadas desde Constantinopla por Eustorgio, un religioso cristiano que tras su muerte fue canonizado.

El emperador decidió regalar dichas reliquias a Reinaldo de Dassel, el hombre al que Barbarroja había nombrado canciller jefe de Italia y que además ejercía como arzobispo de Colonia, por lo que éste vio la posibilidad de levantar un nuevo templo religioso en esta importante población situada al oeste de Alemania.



Aunque las reliquias llegaron a Colonia en el año 1164, no fue hasta mediados del siglo XIII (1248) cuando comenzaría a levantarse la catedral y ésta no sería terminada hasta 1880. Tras el altar mayor se colocó una monumental arqueta gótica en las que se encuentran los restos que son visitados por cientos de miles de personas que peregrinan hasta allí.

El origen del tradicional Roscón de Reyes

Muchas son las tradiciones paganas que con el transcurrir de los años han acabado incorporándose en las celebraciones de corte religioso, y este es el caso del famoso roscón de Reyes, protagonista indiscutible de la sobremesa cada 6 de enero (en algunos hogares se tiene la costumbre de comerlo el día 5 por la tarde, en la víspera del día de Reyes). Sin embargo su origen nada tiene que ver con el nacimiento de Jesús y la llegada de los Reyes Magos al Portal de Belén.

Para encontrar su verdadero origen hemos de viajar hasta el siglo II a.C., en el que a mediados del mes de diciembre, tras la finalización de los trabajos en el campo y a lo largo de una semana, se realizaban unas celebraciones conocidas como las Saturnales en homenaje a Saturno, dios de la agricultura y las cosechas. En ellas se festejaba la finalización del periodo más oscuro del año y el inicio de la luz. Hay que tener en cuenta y puntualizar que, en aquella época, el año no acababa en diciembre, sino que se alargaba hasta finalizar el mes de febrero.



Las Saturnales eran un periodo de fiesta y jolgorio en el que los esclavos estaban excusados de cualquier trabajo y podían pasar esos días de una manera divertida y licenciosa. Entre las muchas viandas que se preparaban para la celebración se incluía una torta a base de miel en la que se le introducía algunos frutos secos, dátiles e higos. Este postre se convirtió en uno de los más populares durante la celebración de la fiesta de los esclavos, como también era conocido dicho festejo. Se calcula que fue en el siglo III d.C. cuando se introdujo la conocida haba, símbolo de prosperidad y fertilidad, por lo que a aquel que se encontraba en su porción de torta con esta legumbre se le auguraba felicidad durante el resto de año.

Tras finalizar la persecución a los cristianos e imponerse esta religión como la oficial en el Imperio Romano, las celebraciones paganas (entre ellas las Saturnales) fueron desapareciendo, pero no así algunas costumbres como la de la torta que contenía un haba y que con los años había ido adquiriendo la forma de roscón.

No en todos los lugares se mantuvo la costumbre de comer este postre, aunque sí quedó bastante arraigada en Francia donde se convirtió en toda una tradición entre la aristocracia y realeza gala y en la que adquirió gran parte de su actual popularidad. Las familias se reunían para comerlo y ver quién era el afortunado al que le salía tal preciada legumbre, comenzando a ser conocida tal celebración como el Rey del haba [le Roi de la fave].

Fue en el siglo XVIII cuando un cocinero con ganas de contentar al pequeño rey Luis XV introdujo como sorpresa en el roscón una moneda de oro (algunas fuentes indicaban que fue un medallón de oro y rubíes). Evidentemente, a partir de ese momento la moneda adquirió más valor simbólico que el haba, convirtiéndose en el premio deseado, mientras que nadie quería que le tocase la famosa legumbre.



Aunque la tradición de comer el roscón y todo lo que conllevaba ya era conocida en España, Felipe V trajo la nueva modalidad de introducir una moneda como premio (que con los años se cambió por una figurita de cerámica) a la vez que el haba en el postre se había convertido en un símbolo negativo. Algunas fuentes apuntan que, durante un tiempo, la costumbre de introducir un haba desapareció, volviendo a reaparecer a mediados del siglo XIX, siendo escogida la tradicional fecha del día de Reyes para ser degustado y creando alrededor de este riquísimo dulce toda una parafernalia en la que el afortunado al que le salía la figurita era coronado como el rey de la fiesta y al que le salía el haba debía pagar el postre, a la vez de ser nombrado por todos como el tonto del haba (originándose el famoso insulto ‘tontolaba’).

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