El día 1 de mayo es la festividad del ‘Día Internacional de los Trabajadores’ (también conocido como ‘Día del trabajador’).
Una jornada dedicada a la reivindicación laboral y en el que las calles
de las principales ciudades de casi todo el planeta se llenan de
manifestaciones. Este es su origen:
Hoy en día en la mayoría de países industrializados de la tierra se
discute sobre la reducción de jornada a las 35 horas semanales, pero en
la segunda mitad del siglo XIX los trabajadores lo que reclamaban era
trabajar 48 horas a la semana. Por aquel entonces, eran habituales que
las jornadas laborales fueran de hasta 14 horas diarias (incluso para
los niños que eran puestos a trabajar desde muy temprana edad).
Los colectivos de trabajadores empezaron a organizarse con el apoyo
de los sindicatos, que cada vez iban adquiriendo más fuerza y presencia
en los centros de trabajo y comenzaban a intervenir como interlocutores
entre trabajadores y patronos.
La gran huelga y múltiples actos de protesta que se celebraron el 1 de mayo de 1886 fue la que dio carácter a la conmemoración tal y como hoy se celebra.
Se luchaba por una mejora de las condiciones laborales y conseguir una jornada de trabajo de 8 horas.
Durante los siguientes días en un gran número de ciudades de los
Estados Unidos se realizaron protestas, paralizándose más de cinco mil
fábricas y con 340 000 obreros en las calles exigiendo las mejoras
laborales, pero las protestas en algunas ciudades acabaron
violentamente. Es el caso de la manifestación celebrada en Chicago el 4
de mayo de ese mismo año y en la que murieron seis policías a causa de
la explosión de una bomba casera.
Se culpó del lanzamiento de la bomba a ocho activistas anarquistas
(casualmente los que habían organizado la manifestación) y el proceso
judicial estuvo amañado y repleto de pruebas totalmente falsas contra
ellos. Esto dio lugar al nacimiento de la leyenda sobre los ‘Mártires de Chicago’ (George Engel, Samuel Fielden, Adolph Ficher, Louis Lingg, Michael Schwab, August Spies, Albert Parsons y Oscar Neebe), ocho inocentes juzgados injustamente, siendo condenados cinco de ellos a la pena de muerte.
En memoria a estos trágicos sucesos se decidió celebrar (a partir de
1889) una gran manifestación que cada 1º de mayo sirviese de homenaje y
como una jornada festiva y de reivindicación laboral.
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