La maniobra de Mika Hakkinen, el finlandés volador, en Spa fue una maniobra simplemente IRREPETIBLE. Es muy probable que nunca veamos nada igual en el futuro. Aunque a lo mejor me equivoco...
El 27 de agosto de 2000, Mika Hakkinen firmó el mejor adelantamiento de la historia de la F1 y uno de los momentos más memorables del GP Bélgica. Se presentó en Spa líder del mundial con dos puntos de ventaja sobre Michael Schumacher, uno de los mejores pilotos de la Historia. Su victoria dos semanas antes en Hungría, demostraba que el finlandés se encontraba en un gran estado de forma.
La temporada estaba siendo un mano a mano entre los dos. Hasta
esa cita, el escandinavo había ganado 3 carreras y el de Kerpen, 5. El
Káiser, campeón con Bennetton en 1994 y 1995, llevaba
cuatro años -desde 1996- persiguiendo sin éxito el título con Ferrari.
La rivalidad entre el Barón Rojo y Hakkinen no paraba de creer. No en
vano, este último le había cerrado el paso hacia la gloria en 1998 y
1999.
Envueltos en ese clima de máxima rivalidad llegaron a
los bosques de las Ardenas. Allí librarían una batalla casi tan dura
como las que protagonizaron los ejércitos aliados y alemán en la II
Guerra Mundial. Y protagonizarían uno de los mejores adelantamientos de
la Historia de la F1.
El Día D (domingo) y la Hora H
( Hakkinen) de la contiendia automovilística había llegado. Mika
partía desde la pole y Schumacher el 4º. La salida tuvo lugar detrás del
coche de seguridad debido a la lluvia y a la escasa visibilidad
reinante en el asfalto belga.
Quizás ése fue uno de los pocos instantes de tregua, porque cuando el safety se marchó, comenzó la guerra. El imperio rojo de Ferrari contra el británico de McLaren, Alemania vs Inglaterra.
Los espectadores iban a ser testigos del mejor adelantamiento de la historia de la F1 y una de más míticas carreras de la especialidad. Después de apagarse el semáforo, Mika inició las
hostilidades poniéndose al frente del pelotón. Transcurridas unas
vueltas, y gracias a una gran ofensiva germana (Michael Schumacher), el
dominio de la situación pasó a manos del Káiser.
Sin embargo, Hakkinen, como un buen soldado -del volante-, no estaba dispuesto a rendirse y comenzó una persecución despiadada
para capturar a su objetivo rojo. A falta de 5 vueltas ya le tenía
en el punto de mira. Michael, que seguía primero, supo defenderse con
mucho ardor y algunas malas artes -le cerró la puerta y le envió a la hierba a más de 300 km/h-.
A pesar de ello, Hakkinen había estudiado las debilidades de
su enemigo teutón. Conocía cuál era el flanco débil por el que rompen
las defensas alemanas y tras Eau Rouge, su MP4-15 salió como una bala.
Mika comprendió entonces que, después de varias escaramuzas, había llegado el momento de la verdad.
Debía atacar con toda la artillería -mecánica- disponible.
Entonces apareció un invitado inesperado en el horizonte, el brasileño
Ricardo Zonta. Las banderas azules de los comisarios comenzaron a
agitarse. Avisaban del zafarrancho de combate que se desataba detrás
del carioca.
Zonta vio aterrorizado como tras él, y en fila
india, se situaban dos obuses, uno rosso y el otro plateado. Michael
aguantó el rebufo y en el último instante superó por el exterior al BAR-HONDA
de Ricardo. Hakkinen, hizo lo propio por el interior. Tras esta pasada
estratosférica, Michael y Mika se situaron en paralelo. La frenada a derechas de este último fue brutal.
Y así, entre el delirio del público y el pulso acelerado, Hakkinen le
ganó la posición y la carrera a Schumi. La maniobra, perfecta en su
ejecución y técnicamente inverosímil, se convirtió para muchos en el
mejor adelantamiento de la historia de la F1.
Al igual que los aliados, el rubito de Vantaa (Helsinki) salió victorioso de la Batalla de las Ardenas,
tras derrotar al enemigo teutón. Desde entonces su heroica
hazaña permanece en nuestro recuerdo imborrable... y en el del propio
Hakkinen, a quien todavía le brillan los ojos rememorando su gesta.
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