Llega el verano y surge la pregunta: ¿por qué es tan difícil librarse de las picaduras de los mosquitos?
A veces, ni siquiera los repelentes los consiguen poner a raya… Un grupo
investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech) ha
estudiado el comportamiento de los molestos bichos y ha llegado a la
conclusión de que su técnica de detección de “sangre fresca” es más sofisticada de lo que se pensaba previamente.
Según los expertos, cuando las hembras de estos dípteros necesitan darse un banquete para poner sus huevos (los machos no pican), emplean una triple “tecnología”: olfatoria, visual y térmica. Pero, ¿cómo lo combinan?
Con el fin de averiguarlo, los científicos del Caltech primero
colocaron a 20 ejemplares en un túnel de viento y observaron que, como
era previsible, seguían el olor del CO2, exhalado por el ser humano y otros mamíferos. Lo que les sorprendió es que, siempre en presencia de ese gas, también eran atraídos por el señuelo de objetos oscuros, como si asociaran ambos estímulos.
Después, pusieron a prueba la sensibilidad de los mosquitos por la
información térmica. Para ello, impregnaron dos objetos de cristal
transparentes con una sustancia química que permitía regular la
temperatura. Pues bien, los insectos volaban hacia el objeto que estaba a 37ºC,
aproximadamente la temperatura del cuerpo humano, sin necesidad de que
hubiera CO2. Eso demostró que los estímulos visuales y térmicos son
independientes.
La secuencia de ataque sería la siguiente: entre a 50 y 10 metros de distancia, los mosquitos huelen el CO2; entre a 5 y 15 metros, ven a su víctima,
y cuando se acercan aún más, a menos de un metro, también son guiados
por el calor que emite. El estudio ha sido publicado en la revista Current Biology.
Así que ya sabéis, si os pican mucho los mosquitos durante el verano, no es porque tengáis la sangre dulce... Otro mito derribado.
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