martes, 22 de mayo de 2018

Isaac Peral, el Tesla español olvidado por una traición

Isaac Peral y el submarino. El submarino e Isaac Peral. Es imposible pensar en el inventor cartagenero sin hacerlo también en su creación. A pesar de ello, la historia que hizo posible la fabricación del vehículo, repleta de adelantos tecnológicos y tejemanejes políticos, ha caído en el olvido. Ahora, un libro publicado por un descendiente del marino pretende arrojar algo de luz sobre esta innovación patria.

La relevancia de Peral es comparable a la de Tesla, solo que la figura de este último ya se revindica mientras que el español permanece olvidado”, asegura a Teknautas el autor de 'El submarino Peral: de la gloria a la traición' (Ágora, 2015), Javier Sanmateo. Este investigador especializado en los entresijos históricos que rodean el origen y la invención del submarino moderno sabe de lo que habla: como bisnieto del cartagenero ha tenido acceso a documentos familiares que, sumados a sus propias pesquisas en bibliotecas y archivos, le han permitido escribir varios libros sobre la materia.
En el libro, Sanmateo no solo defiende la importancia que supuso su antepasado para la historia de la ciencia, sino su papel imprescindible durante la revolución industrial. Además, denuncia las conjuras urdidas contra Peral para hundir el proyecto del submarino, intentos que tuvieron un éxito intermedio: aunque el arma vio finalmente la luz, el inventor no obtuvo el reconocimiento merecido.



Adelantado a su tiempo

Isaac Peral (1851-1895) fue teniente de la Armada a la vez que científico e inventor. En 1885, consciente de la debilidad naval de España, informó al ministro de Marina de la posibilidad de desarrollar un arma submarina como defensa ante posibles ataques.

El 'Peral', botado en 1888, se diferenciaba de los toscos intentos anteriores por su propulsión eléctrica. El submarino contaba con dos motores de 30 CV, “los primeros de tal fuerza construidos en el mundo”, y cinco más auxiliares de menor potencia. El vehículo contaba también con un lanzatorpedos y un sistema para mantener la profundidad de forma automática, ambos con diseño de Peral. Para Sanmateo, sin embargo, la clave se encuentra en la naturaleza eléctrica del invento, adelantado a su tiempo si se compara con el resto de motores. “Se trata de la primera máquina importante accionada por un motor eléctrico”, escribe el autor. A Sanmateo le gusta comparar el submarino de su antepasado con el Benz Patent-Motorwagen, el primer vehículo con motor de combustión interna de la historia. Además, Sanmateo defiende que Isaac Peral es el único inventor del submarino moderno. El 'Ictíneo' botado por Narciso Monturiol en 1859, casi 30 años antes que el 'Peral', "jamás" llegó a navegar por debajo de la cota periscópica. Según asegura, todo quedó en un "absoluto fracaso" con tecnología "obsoleta" en el que los propios inversores terminaron por reclamar su dinero a Monturiol.

Peral y Google

Decir que Peral inventó el submarino no hace mérito a todas las tecnologías que tuvo que diseñar para que esta arma funcionara, desde los motores a la letrina. Pero el ingeniero no se limitó a su vehículo. “Es sin duda uno de los máximos exponentes de la ciencia española del siglo XIX”, afirma Sanmateo, que asegura que existen en España siete registros de patentes con su nombre. El acumulador Peral fue una de estas patentes, una especie de pila que resultaba esencial para el funcionamiento del submarino. Durante los años siguientes, el inventor mejoró su creación, interesado por el aprovechamiento de la energía eléctrica. Así, en la calle Mazarredo, Peral construyó su fábrica de acumuladores, “la primera de España y probablemente del mundo” con estas características. Según Sanmateo, todas las centrales eléctricas del país hicieron pedidos.

El final de la fábrica llegó con la inesperada muerte de Peral a los 43 años. Sanmateo explica cómo la fábrica fue vendida por los albaceas del testamento a la casa Tudor, dejando sin el único medio de vida y por lo tanto en la ruina a la viuda e hijos del inventor. En este sentido, el investigador sospecha que el acumulador del murciano pasó a formar parte de esta empresa extranjera. Curiosamente, el edificio de la calle Mazarredo sigue siendo un lugar consagrado a la investigación tecnológica: la fachada restaurada alberga en su interior el Google Campus, dedicado al emprendimiento. En un muro, una placa colocada a petición de Sanmateo homenajea a Isaac Peral.



De la traición al olvido

Dos años después de la botadura, en 1890, el Gobierno desestimó el proyecto de Peral, pese a que se había adelantado 15 años a las demás potencias de la época. Irónicamente, España no volvió a ver un submarino hasta 1916, una década después de que el resto de armadas tuvieran un arma como esta.
Sanmateo focaliza el rechazo a Peral y a su submarino en la figura del 'maléfico' Basil Zaharoff, empresario de armas de origen griego (quien, por cierto, aparece en la aventura de Tintín 'La oreja rota'). El investigador enumera las estrategias del negociante para impedir el éxito de Peral, desde sabotajes y boicots a sobornos y tráfico de influencias. La mayor parte de 'El submarino Peral' se centra en relatar esta conspiración destinada a beneficiar al propio Zaharoff, proveedor del ejército español cuyos ingresos podían verse afectados por una flota de submarinos. En ella participaron políticos, empresarios y periodistas de la época, cuyo resultado fue la caída en desgracia del militar cartagenero. Peral se dio de baja en la Armada en 1892, condenado al ostracismo por su empeño en sacar adelante un submarino que consideraba necesario para garantizar el futuro del país. En 1898, España era vapuleada en una guerra hispano-estadounidense cuyo desenlace bien pudiera haber sido distinto de haber contado con la presencia de submarinos. Más de un siglo después, la familia del inventor lucha por poner a Isaac Peral en el lugar que le corresponde en la historia como científico, pionero e inventor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario